A mí, como a todos, la muerte me daba miedo hasta que se fue Ignasi. Si mi niño había pasado por ella, yo tenía que mirarla de cerca, levantarle la capa y observarla con lupa hasta entenderla. No podía cerrar los ojos y quedarme con el miedo a lo desconocido, aferrada a los prejuicios de un pensamiento racional que ignora la muerte.
Yo no sé si a todas las madres nos ocurre lo mismo, pero cuando me encontré con el cuerpo inerte de mi hijo tuve la certeza de que su energía, en otro lugar, estaba intacta. Su cuerpo había muerto, si, era evidente, pero la luz, el alma que hasta entonces había configurado lo que era Ignasi, ¿dónde estaba? ¿Qué podía hacer para sentirla de nuevo? ¿Cómo podía seguir protegiéndole?
Ya he contado en otras ocasiones, en este blog, la desesperación que me acompañó durante mucho tiempo, voy a centrarme ahora en las puertas que se me abrieron, en los umbrales de conocimiento que he ido cruzando durante estos once años, leyendo y estando en contacto con personas sensibles a los mundos paralelos, capaces de vislumbrar lo que hay detrás de los finos velos que entretejen la existencia. Y no me refiero a gente volada que convoca espíritus y alza mesas, hablo de científicos como Michio Kaku, físico teórico que apareció recientemente en “
La barrera que separa la ciencia con la espiritualidad empieza a desvanecerse con los conocimientos que aporta la física cuántica. Los investigadores comienzan a explicar de forma analítica, lo que personas muy cercanas al amor, a la espiritualidad, intuyen como ciertas.“La muerte no existe, el ser vive eternamente”, me dijo una de ellas que ha escrito los libros de la colección “Ciencia Cósmica”. Estamos aquí para realizar un trabajo evolutivo. Todos tenemos un Ser de Luz que nos guía y, al desencarnar, él es el encargado de acogernos con cariño y evaluar con nosotros el conocimiento que hemos adquirido”. Existen rigurosos estudios científicos basados en innumerables personas que han pasado por lo que se denomina “experiencia de casi muerte”, es decir, pacientes que los médicos han dado por muertos, durante un tiempo más o menos largo, y que luego han vuelto en sí. El relato de estas personas, en su inmensa mayoría, coincide en la visión de un túnel luminoso, al final del cual se encuentra un ser bondadoso –su Ser de Luz- y definen la totalidad del proceso como un tránsito absolutamente amoroso. Una experiencia placentera de tal magnitud que cambia por completo el resto de sus vidas.
Pues bien, allí, en el otro lado del túnel, en esos universos paralelos en donde reside la energía, el alma de los que se han ido, tomamos conciencia de quienes somos: seres espirituales. El concepto del tiempo es otro, prosigue el aprendizaje y es posible desplazarse con el pensamiento.
Ya sé dónde está la esencia de Ignasi y, como muchas otras madres, a menudo puedo sentirla. La noto como un “subidón” de amor que me anuncia su presencia. Como si el mundo se parara y yo me sintiera en paz y serena. Entonces, como si mi mente fuese el teclado de un ordenador, yo le pregunto y, en la pantalla donde aparecen los pensamientos, él me contesta. También sé cómo protegerle: ahuyentando mi tristeza, mis reclamos, mis exigencias, mis ideas preconcebidas. Centrándome en engrandecer el amor y la confianza. Viendo en cada uno de nosotros una lucecita, sintiéndome unida a todas las almas. A las que estamos aquí de paso, experimentado, y a las que están allí, en esos otros mundos, aprendiendo para, quizá, volver, con más capacidad de amor, al río de la vida.
Hola Mercé, soy la madre de Alvaro, que bonito siempre lo que escribes, si es cierto que hay un ángel de la luz y que nuestros hijos están en otra dimiensión, yque algún día volveremos a vernos, sería maravilloso a mí me daría un poco de luz dentro de toda la tristeza que tengo en mi alma, y lo oscuro que veo todo, a mí me gustaría tener tu sabiduria y poder primero ayudarme a mí y después hablar a otras madre que sufren nuestro mismo dolor. Gracias
ResponderEliminarHola madre de Álvaro,bonita,
ResponderEliminarLo que escribo, lo siento y somos muchos los que pensamos así. Lo que pasa es que cuesta hablar de eso, hay un cierto pudor que se desvanece cuando la vida te pone en la encrucijada que nos ha puesto a nosotras.
También estoy convencida de que ya ayudas a muchas personas.
Un abrazo grande, grande,
Mercè
merce, eres una persona extraordinaria, por favor, no dejes de escribir en este blog, no te imaginas el bien que haces a mucha gente, insisto, eres extraordinaria y un angel. un beso.
ResponderEliminarUn beso también para ti Jesús y mis mejores deseos para los tuyos.
ResponderEliminarMercè
Hola Mercê
ResponderEliminarYo también me he preguntado muchas veces dónde están nuestros hijos, los que se fueron, pocos días después de la partida de Raúl, su hermano me dijo, mama ahora pienso que no todo puede terminar aquí, tiene que haber algo más, es imposible que todo se extinga, yo pienso que todo está en nuestra mente y cada uno de ellos está en el lugar que queremos que esté.
A la vez pienso que Raúl vive en cada uno de las personas que le conocieron,fueron muchas y en todas ellas vive en un pedacito de su corazón, pero su hogar siempre permanecerá en el corazón de sus padres,hermano y su querida yaya.
yo se que ayer el vio el parido de futbol con sus compañeros y amigos de equipo.siempre que gana España me pasa.Lloro tanto que me quedo sin fuerzas...mi hermano me dice- Ven a casa y vemos el partido- Pero prefiero verlo sola.Mi hermano no lo entiende,pobre,ni nadie,ni yo misma.Me alegro tanto y me pongo tan triste a la vez.El lo vivia tan fuerte.El primer trofeo a Nando se lo dieron a los 10 años, un copa al mejor jugador.Esta tan guapo en la foto con la medalla al cuello y levantando la copa con las manos...Luego vino el segundo, el tercero... El ultimo la temporada 2007-2008 al maximo goledor.Etan toos en su habitacion tal cual el los tenia.No puedo ver su sonrrisa pero me la imajino y noto su alegria y me gustaria abrazarlo.Te leo siempre que puedo y me gusta lo que dices.Un beso ferte Merce
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarIgnasi también vivía la pasión del fútbol, era el capitán de su equipo y, al morir, el consejero de Deportes de nuestro barrio le concedió la medalla póstuma al mejor deportista de la categoría infantil. Su equipo aquel año ganó la copa y nos la trajeron a casa, como muestra de amor hacia su capitán. Por eso, cuando ganan los nuestros sé que Ignasi está feliz.
Un abrazo grande, grande,
Mercè
Al leer tu blog, se siente, el gran amor que tienes por tu hijo, se habra ido físicamente, pero de alguna forma esta vivo en ti, contigo.
ResponderEliminarEso siento yo, cuando leo tu blog.
Gracias por compartir, tu forma de enfrentar el dolor, que te ha tocado vivir.
Gracias,lagrima99
ResponderEliminarAdoro a mis hijos y, aunque suene cursi decirlo, siento un sentimiento de amor por todos los niños del planeta.
Besos,
Mercè
Encontre tu blog de casualidad,pero es q no creo mucho en ellas,en las casualidades,yo necesitaba encontrar algo asi y aqui se me aparecio,soy una mama q perdio a su bebe de 42 dias hace 6 meses y me cuesta mucho encontrar respuestas y consuelo y leyendote siento que mi alma se calma,te agradesco infinitamente que compartas todo esto con tanta gente que lo necesitamos,un beso muy grande y enhorabuena por tan buena labor.Faby.
ResponderEliminarFaby, bonita, un abrazo muy grande
ResponderEliminarHola Mercé, en realidad, lo que quiebra la razón y el entender del corazón de madre, es la idea de pensar que ese amado pequeño ha pasado de este mundo a uno lleno de desconocidos, y lo peor, que puede ver a sus padres y seres queridor llorar, sin mirarlo, sin atenderlo, sin hacerle una caricia.... me desespera que no entienda lo que le ha pasado, que si no lo levanto en mis brazos es porque no lo veo, mi hijjito murió en agosto de 2014, tres dias antes de cumplir un año, me dule su ausencia. Creo en Dios, y pienso que ÉL con su infinita bondad lo ha recogido inmediatamente, pero a veces el dolor es tan grande que quiebra mi fe.
ResponderEliminarNo te quepa ninguna duda de que tu hijo está bien, pero entiendo tu dolor. Un abrazo enorme y muy, muy cariñoso
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