He ido constatando que lo que en principio me parece una situación difícil, incluso inaguantable, con el tiempo ha resultado lo mejor para mi. Y no lo digo porqué sí, sino porque lo que ha venido después así lo corrobora. Como decimos en mi país: “de la misa solo sabemos la mitad.
Aunque nos imaginemos el futuro de mil lúgubres maneras, lo cierto es que nadie sabe los cambios y giros que nos depara la vida, ni a nosotros, ni a los que están a nuestro alrededor. Voy a poner un ejemplo tonto –que no lo es tanto-: Si estás en el departamento de una empresa –suponiendo que tengas trabajo, que hoy en día ya es casi un lujo- y pides un cambio porque te llevas fatal con tu jefe y te lo deniegan, es muy probable que pienses que tienes muy mala suerte, pero tal vez, como le ocurrió a una persona que conozco, esta negativa se convierta al cabo de unos meses en una bendición porque, por ‘casualidades’ de la vida, al jefe que le hacía la vida imposible lo trasladaron justo al departamento que él había solicitado y que consideraba su salvación.
Cuando somos jóvenes en el lienzo que es nuestra vida el dibujo representado es muy incompleto. Con los años el dibujo va adquiriendo forma y es más fácil comprender el por qué de algunas líneas a las que antes no les encontrábamos sentido.
Es bueno, cuando uno está atrapado en un duelo severo o una depresión, agarrarse a la certeza de que lo que hoy es una nube espesa, sin resquicios, dentro de un tiempo puede convertirse en un cielo despejado. Aunque ahora creamos firmemente que el conflicto que estamos viviendo es demasiado para nosotros, las cosas no son como parecen. Yo tengo fe en que el plan universal es perfecto, aunque a veces me desespere porque me faltan datos.
Ahí está la palabra clave, Mercè: la fe. La tienes o no la tienes.
ResponderEliminarYo hace mucho que me considero agnóstica y me defino como no creyente, defiendo un estado laico, etc... , pero debo reconocer que de un modo u otro, de una manera privada e íntima, resulta que sí soy creyente.
En ninguna entidad religiosa concreta.
Pero creo, en algo.
Porque en numerosas -y difíciles- ocasiones me he rendido a la evidencia de que aunque no pueda explicarlo, aunque no entiendo ni entenderé nada... de algún modo sé, tengo la convicción profunda, que estoy en buenas manos.
Y en eso, querida amiga, somos afortunadas.
Un abrazo
Gracias Arati, me siento muy reconfortada de poder compartir contigo este sentimiento íntimo que tan bien explicas.
ResponderEliminarUn abrazo
"Aunque ahora creamos firmemente que el conflicto que estamos viviendo es demasiado para nosotros, las cosas no son como parecen"
ResponderEliminarcomo concuerdo con tus palabras Mercé! Si a mi me hubieran dicho hace dos años y medio que hoy me encontraría pensando de que sabor será la torta que pienso hacer para el cumpleaños de mi beba, y sin dolor, no me lo hubiera creído. Si me hubiesen dicho que algún día iba a parar de llorar, tampoco. En su momento no me lo hubiese creído y hoy si porque lo estoy viviendo con paz.
Hermoso escrito...muy reconfortante, sobre todo para las mamis que viven una pérdida muy reciente y todo se ve tan negro...me dejarías conmpartir tu escrito en el blog del que soy moderadora? (Superando un Aborto) :)
Cariños!
Hola Ceci, preciosa, ¡claro que sí! puedes colgar el post en tu blog.
ResponderEliminarMe alegro un montón de que pienses en el sabor de la torta de tu beba... sin dolor. Eso nos reconforta a todos. Espero que te quede bien (la torta, digo).
Besos
Gracias linda Mercé! Cuando sea su cumpleaños (el 14 de este mes) luego subiré a mi blog fotos de la torta ^^
ResponderEliminarMi hijo Ignacio nos dejo en Julio,fue un accidente,mientras escribo lloro,y quisiera morir,sin embargo,sigo aqui,no se muy bien como ni porque,encontre grabado en su iPod, su voz cantando..fue al volver del cementerio,cuando yo pedi una señal,algo, que me contara donde y como esta..tengo miedo de estar enloqueciendo,soy muy creyente,pero no puedo decir "Dios sabe lo que hace".
ResponderEliminar"Dios sabe lo que hace", cuando se refiere a la muerte de un hijo al principio es imposible de aceptar. Con la muerte de un hijo nuestro concepto de Dios varía porque todo en nuestro interior cambia.
ResponderEliminarYo durante los primeros tiempos de duelo me enfadé muchísimo con mi Dios de entonces. Gritaba a los "de arriba": les decía que qué se habían pensado, que yo eso no lo aguantaría, que me estaba volviendo loca... Entoncers ellos me enviaban señales, parecidas a la tuya del iPod (pequeñas, sencillas pero reconfortantes) Pronto descubrí que solo agarrándome al amor con letras mayúsculas podría salir de la pesadilla en la que vivía.
Intento, en cualquier situación,dar y recibir amor, eso reconforta y es lo que se parece más a mi concepto de Dios.
Un abrazo grande