Aunque parezca mentira, todo pasa. No es que el dolor desaparezca por arte de magia con el paso del tiempo, sin más. No. No es eso. Lo que ocurre es que después de días muy difíciles llegan otros que no lo son tanto y, entonces, tenemos la oportunidad de emprender acciones que nos ayuden a deshacer los nudos y aligerar las penas.
Recuerdo que al principio del duelo –y cuando digo principio me refiero a los primeros años- yo solía sentir la sensación de tener una piedra pesada y enorme entre el centro del pecho y la boca del estómago. Mi psicólogo, Marcelino, me decía que esa piedra grande estaba hecha de las emociones atascadas que no había podido digerir a lo largo de la vida. Cada uno de nosotros, desde que nacemos, tal vez desde antes, guardamos en nuestro interior el dolor que vamos acumulando. Ese dolor puede convertirse en una enfermedad si no le hacemos caso. La primera buena noticia es que no hace falta enfrentarnos de golpe a la piedra entera. La segunda, es que duele menos deshacerla que mantenerla. Y la tercera, y tal vez la más importante, es que a la que estamos firmemente decididos a seguir adelante, el Universo entero se pone de nuestra parte.
Se trata de dar el primer paso al vacío. Si nos atrevemos, aunque sea muertos de miedo y con los ojos cerrados, sorprendentemente aparecen escalones donde antes no había nada.
Mi querida Mercé:
ResponderEliminarSirvan estas líneas para agradecerte tus últimos escritos en el Blog. Saber que alguien que va por delante de ti siente, en esta prueba tan dura que la vida nos ha puesto, los mismos miedos, la misma nostalgia, la misma desesperación, pero, y he aquí lo más importante, la mismas ganas de continuar hacía delante con ánimo, gratitud, amor etc., me da fuerzas para seguir luchando. Y así, cada día al levantarme mire al cielo y aunque, en ocasiones, las nubes no me dejen ver el sol tener la certeza de que está ahí, calentando este cuerpo gélido e iluminando este mirada perdida.
Gracias Mercé. Un abrazo fuerte, muy fuerte
Querida María José,
ResponderEliminarTen la certeza de que no estamos solas, de que la vida merece la pena y que nuestros hijos están bien y nos envían tanta luz como pueden.
Besos y un abrazo grande
Que bonito Mercé. Yo estoy segura de que mi hermano nos envía luz, mucha luz, porque así me lo demuestra día a día.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte y gracias por todo.
Mayte
Mayte, Un abrazo fuerte y cálido para ti y el deseo de que paséis estos días de Navidad lo mejor posible.
ResponderEliminarGracias Mercé, por dar luz con tus palabras donde sólo hay oscuridad. Mi hijo murió hace un año (tenía 6 meses) y desde entonces siento que cada día muero un poco más...
ResponderEliminarHola Ferreras 72,
ResponderEliminarEl primer año es durísimo, pero si tienes la convicción de salir adelante, lo conseguirás, aunque hay días que eso parece una misión imposible. Dedícale los momentitos que tengas de amor y alegría a tu hijo, eso le reconfortará a él y a ti. Te mando un beso y un brazo, grande.
Hola, Mercè
ResponderEliminarFelicidades por tu trabajo personal y por tu crecimiento personal. También felicidades y darte las gracias por compartir tus vivencias, tu aprendizaje y dar ese mensaje esperanzador, de alivio y positivo sobre la muerte.
La gente no tiene muy presente que somos seres de Luz, de Amor y de Energía y que en la muerte solo hay un cambio de estado, la muerte es un renacer a otra dimensión, solo muere la materia, nos desprendemos de ella pues ya no la necesitaremos.
Soy enfermera, acabo de leer tu libro Volver a Vivir y rápidamente he pasado a tu blog.
Yo y mi compañero llevamos realizando trabajos grupales de apoyo a enfermos de cáncer y otras patologías degenerativas, depresión etc. así como soporte a familiares, siguiendo esta línea de pensamiento: conciencia de lo que somos seres de Amor, Luz i Energía. Nuestro blog es: www.carme-antonio.blogspot.es
Gracias, Carme, me alegra compartir sentimientos y creencias. Estoy contenta de haberos encontrado.
ResponderEliminarUn abrazo,
Mercè