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El motivo de este blog es tener la oportunidad de poder servir de ayuda a las personas que estén pasando por la situación que pase yo hace diez años, cuando murió mi hijo mayor, Ignacio, de 15 años. Ante una experiencia como esta, creo, sólo hay dos opciones; quedar para siempre anclado en el dolor o decidir atravesarlo con la esperanza de renacer con el corazón lleno de amor. No soy psicóloga pero sé que puedo ser de utilidad a las personas que opten por la segunda opción.
Sí, es un buen título, aunque no haya escrito nadie nada.
ResponderEliminarA mis abuelos se le murió una hija, mi madre. Yo siempre he pensado en mí y en lo poco que me han entendido. Últimamente... me he puesto a pensar que ellos también son huérfanos. Pero claro siempre vuelve la idea: yo perdí a mi única madre cuando era pequeño, ellos la tuvieron treinta y tres años junto a otros tres hermanos.
Y ahora llega otra navidad más. Qué pesada se hace cada vez, qué incómoda. Me gustaría estar lejos, donde ninguna estúpida preguntas me acosase. Sí, me gustaría huir, huir a ninguna parte.
Quizá el duelo nunca se dio. Ya sabrá que los niños, según la edad a la que pierden a sus familiares y la reacción de los que quedan, pueden volverse insensibles... hacer como si nada hubiera pasado. Y ese fui yo. Y ahora aquí estoy rompiéndome, yo solo, en silencio, escribiendo en un blog de cualquier desconocido.
Daniel