Tanto los hombres como las mujeres somos de muy diversas maneras y no es posible, por cuestiones de género, ponernos a todos sin más en el mismo saco. Hay infinidad de matices, pero en general la energía masculina, la que define a los hombres está orientada a la acción. A ellos les cuesta menos poner límites, decidir, concretar y materializar sus sueños. El coraje va unido a su forma de ser. No es que nosotras no podamos tener estas cualidades -todos contamos con energía masculina y femenina y en algunos periodos de nuestra vida predomina más una que otra-, pero la que prevalece en nosotras es distinta, tiende a buscar la unidad con los otros seres, tiene que ver con la intuición, la comprensión, la capacidad de amar, de gestar hijos o ideas… La fuerza de las dos energías es inmensa y cuando se encuentra en equilibrio mueve montañas.
En esta época convulsa que nos está pidiendo a gritos que unamos fuerzas y aprovechemos la oportunidad de reinventar la vida, quiero hablar de la admiración que siento por los hombres y, de forma especial, por los que se encuentran ahora confusos o perdidos.
Cuando un hombre lleva mucho tiempo paralizado, demasiado y deja de proteger a los suyos, lo que le ocurre es que está gravemente herido y desconectado de su esencia. El nudo que lo mantiene atado –aunque él no se de cuenta- es posible que sea heredado y guarde relación con todo el dolor y el desconcierto que no pudo transformar en amor su padre, seguramente porque éste ya heredó un nudo de su abuelo y así, mirando atrás, hasta llegar al primer hombre de la familia que se perdió en el desasosiego y no pudo hacer más de lo que hizo.
Quizá este hombre gravemente herido arrastre, desde hace muchas generaciones, el peso de la soledad que provocan las miradas vacías de cariño y aprobación. Todos necesitamos que se nos valore, pero para los hombres la admiración y la valoración es más que una necesidad, es el motor que los impulsa, que los une a su esencia, que los mueve a dar seguridad a sus seres queridos y crear para la sociedad grandes cosas.
Ahora, que todo está tan revuelto, las mujeres podemos hacer lo que mejor sabemos: demostrar a los hombres que no están solos y nutrirlos con amor. Porque en nosotras crece la vida y el don de sostener siempre con miradas de cariño a nuestros hijos. Estos hijos que se harán hombres y buscarán las miradas de aprobación en las mujeres que amen a lo largo de su vida.
El mejor bálsamo para curar las heridas de un hombre es creer en él. Las palabras pueden ser huecas pero las miradas hablan por sí solas y no mienten.
Cada niño que percibe que sus padres le valoran, que respetan su energía y le quieren tal como es, se convierte en una bendición para nuestras hijas. Cada hombre que intuye en la mirada amorosa de su compañera aprobación, es una bendición para todas las mujeres. Cada alma que puede expresar con amor su esencia y se siente comprendida es una bendición para todos.
Solo uniendo nuestras fuerzas con cariño, respeto y admiración podremos sostener la incertidumbre de la vida.
No podemos negar que hombres y mujeres somos diferentes, pero como seres humanos somos iguales, tenemos las mismas necesidades y los mismos derechos en la vida.
ResponderEliminarAhora iba a decir que todos tenemos algo de femenino y de masculino dentro nuestro. Pero esta frase tan oída, parece indicar que seamos diferentes. En realidad, no somos tan diferentes en nuestro interior, tanto hombres y mujeres, poseemos sentimientos y emociones iguales. La diferencia es que las expresamos y actuamos de forma diferente frente a ellas. Y muchas veces esta forma de actuar viene influenciada por años y años de educación diferencial entre sexos.
Cada uno de nosotros ya seamos hombre o mujer, somos dueños de lo que pensamos, y por tanto, del sentido positivo o negativo a lo que vivimos.
Mercè, gracias por esta magnífica entrada que invita a reflexionar como es y cómo piensa el hombre actual.
Un abrazo,
David
Gracias David, desde aquí quiero invitar a los lectores a leer tu interesante blog:
ResponderEliminarhttp://gotasarmonia.blogspot.com
Seguro que les servirá de ayuda,
Un abrazo,
Mercè