martes, 4 de agosto de 2009

VOLVER A LA VIDA


Después de la muerte de un hijo es preciso un trabajo interior para volver a la vida. Al principio el dolor nos paraliza, nos quedamos tan vacías, tan alejadas de este mundo, que levantarse de la cama es casi como escalar el Himalaya y salir a la calle una heroicidad. Al menos eso me pasaba a mí todos los días durante los primeros meses y luego de vez en cuando durante algunos años. Todas las pérdidas producen dolor, pero yo nunca me había enfrentado a un dolor así, tan grande que sólo te deja dos alternativas: o te agarras al amor o te quedas muerta en vida. Apostar por el amor, que es lo mismo que apostar por la vida, requiere ese trabajo interior que nos transforma tanto como a los gusanos de seda en mariposas. El proceso es largo, tan largo como el duelo y más. Pero como todos los grandes viajes se inicia con un primer paso. Este primer paso es la voluntad de salir adelante, sin regatear lágrimas ni esfuerzos. Y me refiero a esa voluntad silenciosa y profunda, más fuerte que nosotras.

Si optamos por la otra alternativa, la de quedarnos con la rabia, el dolor, la frustración, la culpa o la pena, no sólo malgastamos nuestra vida, también ensombrecemos a los que están a nuestro alrededor y a todas las personas que nos quieren, estén aquí o en el otro lado. Nuestros hijos, los que se han ido, han sembrado semillas de amor en nuestros corazones y nos toca a las madres y padres que nos quedamos regarlas en su nombre para que florezcan.

El segundo paso para volver a la vida, para florecer, requiere precisamente eso: desprenderse de la rabia, que es la otra cara de la pena.” Donde hay rabia hay pena y donde hay pena hay rabia escondida”, me decía mi amiga Amelia, fisioterapeuta y profesora de yoga, mientras me ayudaba a sacar el dolor que llevaba dentro. El duelo sirve para poner orden a nuestras emociones, para limpiar todos los rincones de nuestra alma; para sentir todo lo que no hemos querido o podido sentir antes.

Cada una de nosotras, a su manera, tiene que revisar y elegir lo que le es útil para vivir y deshacerse de lo que le estorba. Todas hemos heredado penas o maneras de hacer que no son nuestras. Yo, por poner dos ejemplos, aprendí de pequeña a sufrir por sufrir como mi abuela y a ser capaz de agotarme hasta enfermar como mi madre… y eso no lo quiero, no me sirve para volver a amar la vida. Todas hemos recibido mucho de nuestras familias y ahora, después de la muerte de nuestro hijo, no tenemos más remedio que quedarnos con los dones y devolver con cariño las cargas. Y ese trabajo arduo es también una bendición porque con el tiempo nos permite vivir más felices y dejar una herencia más valiosa y ligera.

Nos toca, aunque parezca mentira, romper la cadena del sufrir, porque sufrir no sirve para nada. Hemos de aprender a querer sin condiciones, a abrirnos a lo que venga, porque la vida trae de todo, esa es su esencia. A veces, como el mar, amanece tranquila y nos envuelve su dulzura y la paz se apodera de nuestra alma… hasta que se levanta viento y casi sin darnos cuenta volvemos a tener encima la tormenta. Embravecido o en calma, el mar siempre es el mar. ¿Para qué pedir imposibles? Mejor amar lo que tenemos. Buscar la hermosura en todo. Llorar sin freno y reír con ganas. A nadie tenemos que dar explicaciones, ni a nosotras. Para andar por la vida, con saber dar y recibir cariño basta.

La muerte de un hijo, sin más, a nadie hace mejor persona, lo que sí puede ayudarnos a ser más sabias es lo que hacemos con esa muerte tan sentida. No hay prisa, tenemos toda una vida por delante para reaprender a vivir.

Ser madre es lo mejor que me ha ocurrido en la vida y no me siento menos madre porque uno de mis hijos no se encuentre aquí. Persigo la felicidad de los míos estén donde estén. A Jaume tengo la suerte de poder tocarle, con Ignasi los abrazos tienen lugar en mi corazón, son virtuales, pero de ninguna manera menos intensos. A jaume le digo a menudo que le quiero y a Ignasi también. Ni uno porque está vivo ni el otro porque está muerto ocupa más mi corazón. A uno procuro enseñarle a vivir y al otro a vivir en paz allá donde esté y eso me hace feliz. Pero este sentimiento de amor va más allá y, cuando se apodera de mí, me parece que todos los niños del planeta son hijos míos, todas las mujeres mis hermanas y cualquier hombre mi amigo.

El tercer paso para amar la vida para mí es perdonarme y perdonar tantas veces como haga falta. Porque me equivoco y mucho y hay días en que todo lo que escribo aquí parece que lo haya escrito otra. Los disgustos se convierten en un nudo en el estómago y vuelve a aparecer el miedo. ¡Nos conocermos tanto el miedo y yo! Se podría decir que somos íntimos. Por eso, porque nos miramos de cara, nos tenemos respeto. Cuando viene a visitarme por cualquier cosa, siempre me coge por sorpresa y enmudezco. Su paciencia es infinita y me da tiempo a convocar el insomnio, a sentir en el pecho la angustía, a verlo todo negro… Luego nos miramos a los ojos y los dos sabemos que hemos de separarnos, que no estamos hechos para vivir juntos. Es como esos amantes tan intensos que no nos sirven para marido.

6 comentarios:

  1. Hola xiqueta

    Gràcies pel llibre i el teu testimoni. Quan vaig veure la portada vaig tenir un impacte molt fort. És un llibre escrit amb dolor i amb dolor l'he llegit. D'aquesta Universitat del Dolor en que et vas veure matriculada sense desitjar-ho n'has sortit doctorada en Saviesa, i aquesta saviesa és present en els teus escrits. També t'ha fet més lúcida (i ara me'n dono compte que lucidesa deriva de llum). La lucidesa et permet analitzar correctament les situacions, fixar molt bé els conceptes, utilitzar les expresions adients a les idees que vols expresar, trobar les paraules precises...
    És cert que quan hi ha amor, la presència física no és absolutament imprescindible, doncs l'amor fa present l'absent.
    He llegit una vegada el pròleg, dues vegades els diaris, tres vegades les "pequeñas y grandes cosas" y quatre vegades "la mujer que soy ahora". M'ha impresionat molt. "Mientras podamos coger de la mano a alguien que nos mire con afecto, no tenemos que temer nada..." I acabes: "Cuando llegue nuestro último suspiro, podremos mirar atrás y recordar con dulzura todos los abrazos".
    En relació a aquest darrer moment, vaig llegir fa unes setmanes aquesta notícia al diari El Pais:

    Fallece Harri Patch, el último combatiente británico de la Primera Guerra Mundial

    "Ya no queda nadie que recuerde el infiero de sangre y fango que se vivió en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. El británico Harry Pacht, el único soldado que quedaba vivo del frente occidental murió ayer a los 111 años en la residencia de Wells (Somerset, al suroeste de Inglaterra) donde residía. Con él se extingue la memoria de uno de los episodios más terribles de la historia de la humanidad, el horor sin precedentes de millones de millones de hombres recluidos en agujeros y empantanados en una guerra de posiciones en el fuego cruzado del frio, las balas y las enfermedades.
    En agosto de 2007 vio la luz su autobiografia. Entre sus recuerdos más vividos del campo de batalla estaba la muerte de un compañero que agonizaba en tierra de nadie y que le pedía que le disparara para acortar su sufrimiento. Antes de que pudiera sacar su arma, el soldado murió pronunciando la palabra "madre". Pero no era un grito de dolor, sino de gozo y sorpresa, como el de alguien que encuentra a un conocido de forma inesperada. Después supo que la madre del militar había fallecido hacía tiempo y comprendió entonces que "la muerte no es el final".

    Que la pau i la felicitat t'acompanyin sempre al costat de les persones que estimes i que t'estimen.

    ResponderEliminar
  2. Querida Mercé:

    He de agradecerte, una vez más, tus palabras de aliento y apoyo. Este ha sido mi primer verano sin Pepe. Aunque duro, muy duro, lo cierto es que estoy bien. Decidí hacer lo de siempre: ir a nuestro apartamento de la playa de Islantilla (Huelva) y también, como siempre, invité a sus amigos y primos para que nos acompañaran a pasar unos días. Y así, todo ha estado igual, pero… nada ha sido igual. Comparto contigo la opción de continuar. He podido comprobar que soy para mi hija Teresa como un espejo y no quiero que al mirarse se vea defraudada, pesimista o amargada. En lo más profundo de nuestro corazón sabemos y sentimos que ya nada será como antes de su partida, pero siempre digo que nos hemos quedado aquí y por eso debemos seguir disfrutando de la vida, siendo conscientes de las cosas tan maravillosas que nos puede reportar y lo fugaz que pueden llegar a ser. Pepe siempre estará conmigo, vive en mí y por ello, a pesar de esos inevitables momentos de llanto y dolor, todos los días al levantarme, sonrío.

    Un abrazo fuerte y gracias.

    Mª José Romero Asprón

    ResponderEliminar
  3. Soc la mama del Sergi, la Gemma i l,Aina.
    Varem perdre la nostra princesa Gemma fa 2 anys i mig i lluito minut a minut per trobar la Pau que tant necessito. Llegir el teu blog m,encoratja. No vull posar-hi dates, dons no fan cap be, però veient on t,ha portat la recerca d,aquesta “altre felicitat”, continuaré amb la lluita. M,agradarà sentir-te a Can Eva.
    Dolors

    ResponderEliminar
  4. Mercé, una vez más me quedas con la boca abierta despues de leerte, tienes un don para esto de escribir y expresar lo que sientes, y para tí maria jose, me alegro mucho que todas las mañanas sonrías, yo por el contrario, todas las mañanas lloro y lucho encarnecidamente conmigo mismo para levantarme, espero que con el tiempo logre lo mismo que tú, un beso.

    ResponderEliminar
  5. Hola Jesús, un abrazo fuerte, fuerte y el deseo y la confianza que, con el tiempo, despiertes con la fuerza del amor y puedas sonreír tanto como llorar.
    Mercè

    ResponderEliminar
  6. hola gracias por tus consejos me hicieron reflexionar estaba tan enojada con dios que ahpora leyendo lo que escribiste se que si dios se llevo a mi niño fue porque faltaban angelitos en el cielo y mi niño fue el elegido y ahora estoy m,as tranquila porque se que el esta bien aunque haya dejado un vacio en mi corazon yo siempre lo recordare y su pap tambien .

    ResponderEliminar