sábado, 9 de julio de 2011

SER UNA BUENA MADRE

Gran Mare ajudem a ser una bona mare (Gran Madre ayúdame a ser una buena madre). Esta frase me la he repetido en silencio millones de veces. Para mí, ser una buena madre lo es todo. Quizá exagero porque la vida esta compuesta de muchas más cosas, pero esta, la de ser una buena madre, para mi es vital. Tengo dos hijos en condiciones muy distintas: uno está aquí y el otro digamos que en otra dimensión. A los dos los adoro. El pequeño, con 26 años, vive ya por su cuenta. Suele llamarme a diario, incluso a veces hablamos un par de veces al día. Cuando viene a casa, el corazón se me ensancha, no sé cómo explicarlo pero ver a mi hijo me produce una emoción tan intensa, tan, tan amorosa. Tampoco no hay un solo día que no piense en Ignasi, mi hijo mayor, que murió a los 15 años. No sería sincera si no dijera que, en algunas ocasiones, como ayer por la noche mientras cenábamos mi marido y yo, no me caigan las lágrimas de añoranza al rememorar lo que hubiese podido ser verlos crecer a los dos. Pero eso no impide que sea feliz porque a los cuatro no nos une otro sentimiento que el amor. ¡Y sentir amor es tan reconfortante! Yo puedo estar triste y contenta, ya sé que parece una contradicción, pero me ocurre a menudo… A mí, como a muchos lectores de este blog, se nos ha muerto un hijo y con eso vamos a vivir hasta el final de nuestros días, pero eso no me impide tener momentos de una felicidad inmensa.

Las mujeres de mi familia tenemos tendencia a sobreproteger (eso es malo) y a sufrir (eso es peor) por eso, porqué lo sé, pido a la Gran Madre que me ayude a ser una buena madre. No quiero que ni uno ni el otro se sientan asfixiados. A Jaume, el pequeño, le ha tocado, a mi entender, un papel más difícil que a su hermano. A él, de alguna manera, si Dios quiere, le toca acompañarme hasta el final de mis días. Hoy, a primeras horas de la mañana, quizá intuyendo mi tristeza de ayer, me ha llamado para decirme: “Mamá, vais a ir a comprar, voy con vosotros. ¡Qué placer inmenso compartir mi cotidianidad con él!

No es fácil para los hijos vivos hacer doblete; cubrir con su presencia el vacío que no les corresponde. Por eso, los padres a los que se nos ha muerto un hijo, tenemos que estar muy atentos. Por un lado, dejando espacio para que los hijos vivos puedan construir su propia vida lo más ligeros de presiones posible y, por otro, dando alas a nuestros hijos muertos para que prosigan su camino sin el peso insoportable de nuestra tristeza. Los hijos, estén vivos a muertos, adoran a los padres, aunque a veces no lo parezca y, estoy segura, harían cualquier cosa para vernos felices y contentos. A nosotros, como mínimo, nos corresponde ponérselo fácil. ¡Claro que caeremos en egoísmos, ¿quién no? Pero cuando se pase el subidón, y tomemos conciencia de nuestros errores, nos toca rectificar. Por ellos y por nosotros, ¿por qué quién no quiere ser una buena madre, un buen padre? ¿Una buena persona? Sí, se nos ha muerto un hijo, la vida nos lo ha puesto difícil, es verdad pero son tantas las personas, yo diría que todas, que han pasado penurias, aunque a ojos de los demás, quizá, no lo parezca. Todos llevamos cruces como el cuento aquel de la mujer a la que se le muere un hijo y va a ver a un gran maestro, un santo, para que le devuelva la vida. Lo haré, le dice el maestro, si al anochecer me traes un grano de mostaza de la casa en donde el dolor y la muerte no haya entrado. La madre va de portal en portal y en ninguna casa pueden darle el grano de mostaza. De noche, cuando regresa para ver al maestro, ya sabe que su dolor es compartido. Que va a tener que aceptar la muerte de su hijo. Que la vida es así y su pena forma parte del hecho de estar viva.

La vida está hecha de dolor y alegría y es sabio saber vivir tanto lo uno como lo otro.

7 comentarios:

  1. Mercé, muy oportuna tu llamada de atención sobre los hermanos vivos. A veces olvidamos el difícil papel que les ha tocado asumir. A su dolor por la pérdida del hermano, se suma el de ver a sus padres sufrir; la impotencia de no poder consolarnos; y, como tú bien dices, tal vez la carga añadida de una autoimpuesta necesidad de suplir la ausencia del hermano muerto. Lo primero que haré esta tarde al encontrarme con mi hijo Jorge, de 18 años, será abrazarle y darle las gracías por su ayuda silenciosa; por haber precipitado voluntariamente su madurez para ahorrarnos preocupaciones y permitirnos centrarnos en elaborar bien nuestro propio duelo sin necesidad de ocuparnos del suyo.

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  2. Hola Merce,
    Siempre que leo tu blog, veo cosas que me duelen en el alma y no entiendo, es posible que sea porque yo sólo tengo a David y el sábado día 16 hace 34 meses que murio a los 28 años, no me cabe en la cabeza esta frase tuya. (A Jaume, el pequeño, le ha tocado, a mi entender, un papel más difícil que a su hermano. A él, de alguna manera, si Dios quiere, le toca acompañarme hasta el final de mis días). Como es posible que des a entender que tu hijo muerto tenga una situación mas fácil, siempre pienso lo mismo de las madres que pensaís de esa manera que creeís que vuestros hijos estan bien donde estan se me revuelve el estómago, yo si pensara que David esta bien donde esta lleno de paz y amor, haría todo lo posible por irme con el, pero pienso que a David le gustaría muy mucho seguir con nosotros, fue totalmente consciente de su muerte y pasamos mucho miedo, lógicamente fue él el que mas sufrió y yo aún sigo sintiendo ese miedo de no verlo, de no tocarlo de no sentir su olor de que no suene el móvil con su llamada.
    Eso no quiere decir que los que pensaís así no queraís a vuestros hijos, supongo que yo le quiero de otra manera y le quiero en este mundo y sobre todas las cosas conmigo.
    Un cordial saludo,

    Conchi.

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  3. Así es. Además de sobrellevar el duelo debemos tener en cuenta los otros hijos.Ellos,en silencio,sufren como nosotros y en silencio, también esperan de nosotros que,tan absorbidos por este terrible dolor,no nos damos cuenta.
    Gracias x la publicación. me sirve y mucho

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  4. hola... encontré este blog...buscando a alguien que me ayudara con alguna palabra sobre perder algo tan valioso como un hijo.Tengo dos niños pequeños de 4 y 6 años...y hace ya un año perdi un embarazo de 8 semanas...y todavia no puedo encontrarle sentido a vivir.Mi pareja y mis hijos me dan amor a montones pero aun me duele el alma y no es facil encontrar las fuezas para continuar cada dia...se siente esa sensación de vacio muy dentro y la angustia que llena mi alma...
    Se que este camino de la perdida nunca dejara de doler pero tengo fe que aunque sea el tiempo me ayudara a disfrutar mas a mis hijos .
    Algun dia dios me dejara ver entre sueños su rostro y escuchare su voz..
    Muchas Gracias...

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  5. Hola Pedro y Roberto,

    El dolor de los hijos vivos es inmenso, para ellos es un peso enorme. Se ven avocados a estar a la altura de una situación que para los adultos es ya de por sí complicadísima. Además, muy hondo, sienten el temor de no dar la talla, de que el hermano/a muerto ocupe un lugar cada vez mayor en la vida de los padres. Navegan con la duda de no saber que hubiese sido de sus vidas si el o ella no hubiesen muerto. Solemos recubrir a los que se van de una aureola que puede llegar a asfixiar a los que hijos que se quedan. A ellos les cuesta encontrar su espacio, a menudo están perdidos y la mayoría de las veces en silencio. A mi me parece que los padres tenemos que tomar, en la medida que podamos, conciencia de ello y quitarles responsabilidad. Hemos de estar atentos para no magnificar al hijo muerto. Cada hijo es único, irrepetible y los que tenemos aquí se merecen nuestra atención infinita. No digo nuestro amor, porque eso ya lo tienen. Eso es lo que yo creo.

    Un abrazo grande y muy cariñoso a los dos

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  6. Hola Conchi, bonita

    Cada duelo es distinto como lo es cada persona, cada situación. No hay una forma mejor de sentir que otra, cada uno tiene la suya y ha de recorrer su camino con lo que la vida le depara. Estoy convencida de que mi duelo sin Jaume hubiese sido más complicado de lo que ha sido, sin duda. He podido contar en cada momento con su amor y eso da fuerza.

    Un abrazo muy grande y mi deseo sincero de que encuentres la fuerza en tu interior para recorrer tu travesía.

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  7. Hola Mercé. Soy Nati.
    Quiero mandar mi protesta a los cuatro puntos cardinales.
    Tengo una inyección de veneno metida en la sangre desde que sé, que los vehículos tienen licencia para matar.
    Son películas de terror.
    El conductor o conductora, se monta en su vehículo, y, peligrosamente, se transforma en un homicida y suicida en potencia al volante. Inflige todo tipo de normas. Convierte al conductor contrario en su enemigo. Se olvida del respeto por la vida. Se cree con todo el derecho de circular a su antojo. Anula las señales. Los intermitentes no le funcionan. Se apodera de toda la vía. Se salta los semáforos en rojo, cedas el paso. Sobrepasa las rayas continuas, los límites de velocidad, conduce ebrio. Y lo que es peor, se saltó el STOP, matando a mi hijo.
    Ahora es cuando actúa la justicia injusta. A la ya judgada, la condenan, en un juicio de faltas, a pagar ocho euros diarios durante mes y medio, y, seis meses de retirada de carné, y a otra cosa mariposa.
    Todos nuestros muertos se convierten año tras año en estadística de accidentes de tráfico y punto final.
    Cuando ocurre algún accidente de tren o avión con víctimas mortales, nos bombardean con la noticia. Buscan causas. Buscan cupables.
    Estos accidentes, que, gracias a Dios, ocurren muy raras veces, los cosideran, terriblemente dramáticos, porque las víctimas mueren todas juntas.
    Yo, pregunto: ¿Qué pasaría si en un accidente de avión morirían 1730 personas? Ése, es el accidente causado en las carreteras de este país en 2010.
    Detrás de cada víctima, quEda un gran drama. Una familia rota de dolor y desamparada.
    Unos padres, hijos, hermanos... que arrastrarán su pena de por vida.
    No tengo buenas espectativas, ni esperanzas de que la ética y la educación víal vayan a mejorar.
    Todos los días veo en esta maldita circulación, una "gran imprudencia".
    Sigo con el tormento de seguir viendo la guerra en la carretera.

    A quién corresponda:
    Asignatura obligatoria de educación víal, con examen, para nuestros niños.
    Formen a nuestros futuros conductores en el respeto
    No concedan el carné a inectos.
    Pasar un Tes de comportamiento.
    Exigir más práctica de conducción para las pruebas de examen.
    Sancionen más por tantas y tan alarmantes imprudencias.

    Una madre en duelo. Madre de Carlos.

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