Mañana empieza la primavera. Las hojas de los árboles de mi calle han empezado a brotar y el aire viene cargado de aromas distintos. A los corazones en duelo, heridos, los cambios de estación les despiertan tristezas, miedos y añoranzas recientes y antiguas. La nueva vida lo inunda todo, es imparable y cuesta horrores seguirle el ritmo. Esta primavera del 2011, además, anuncia con fuerza cambios distintos y profundos. No es una primavera suave, no, la que comienza mañana. El mundo no es el mismo desde que nuestros hijos se fueron, pero lo cierto es que ahora el mundo no es el mismo para nadie. Dicen los entendidos que la crisis que estamos viviendo es necesaria para acabar con una forma de relacionarnos con el planeta y entre nosotros mismos que ya no sirve, está caduca. La Tierra misma parece estar en duelo, intentando dejar atrás lo que le produce dolor y sufrimiento con la esperanza puesta en abrazar un futuro más prometedor, menos agresivo, más respetuoso. A eso le llaman cambio de Conciencia. Mientras no lo consigamos reina la incertidumbre. Cuesta dejar lo conocido cuando todavía no sabemos como será lo que está por venir. Pero es el único camino, no hay opción. La vida no se para, hay que atravesar el duelo personal y colectivo. La resistencia duele más. Ahora más que nunca hemos de cogernos de la mano del amor, para ahuyentar los miedos y ser buenos ‘surfistas’. Vamos a caer muchas veces, pero todos contamos con la fuerza interior que nos permite levantarnos cada vez que tropecemos. Cuando a mi me falta la energía, nada me funciona mejor que pedir ayuda “a los de arriba”, a mis guías, a la fuerza del amor, da lo mismo el nombre que utilicemos para conectar con la esencia. Sola no puedo hacer nada. Cada uno de nosotros es una hormiguita, pero si nos unimos, si sabemos que contamos los unos con los otros, si confiamos en la fuerza del bien, la incertidumbre es más llevadera, es más fácil reencontrar la paz.
domingo, 20 de marzo de 2011
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Hace un año y medio mi hijo mayor de 18 años murió. Ara unos 9 meses comencé mi camino de búsqueda espiritual, algunas veces he pensado que no era un refugio, que igualmente en algún periodo de mi vida lo hubiera realizado.
ResponderEliminarLo que puedo afirmar es que mis creencias han cambiado. Ahora disfruto de la vida, doy gracias a ella y no tengo miedo a morir. También se que algún día volveré a reencontrarme con mi hijo en alguna otra vida.
Un abrazo de luz y amor
Seguro que sí Fenix, los lazos de amor son indestructibles.
ResponderEliminarUn abrazo
Hace 1 año y medio falleció mi hijo mayor y no he podido superar este dolor tan grande, todavía espero que regrese de la Universidad o de los Scouts. Todavía conservo su ropa, su guitarra y su bajo. Hijo adorado, espero estar muy pronto contigo
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