En los duelos severos se dispara la rabia. Hay que tener mucho cuidado con esta emoción porque suele ir disfrazada. Generalmente se esconde agazapada detrás de la pena y aparece enfurecida cuando menos te la esperas. Cuanto más silenciosa, más radioactiva, más hiere a los que amamos, más veneno destila. ¿Qué hacemos con ella, con ese enfado tan grande que incluso puede matarnos? En primer lugar hay que reconocerla, luego hay que pasar a la acción y buscar un terapeuta que nos ayude a liberarnos de ella. En casa, yo he golpeado colchones hasta casi desfallecer y he gritado hasta quedarme sin voz, y me ha ido bien, pero no empecé a sentirme más ligera hasta que no me puse en las manos de varios especialistas en tratar emociones. Cada uno encuentra los suyos. Hay muchas terapias que curan el alma.
sábado, 28 de noviembre de 2009
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Mercé, es una alegría haber encontrado tu blog.Al leer tus palabras y vislumbrar tu corazón lo siento hermanado con el mío. Le haré saber de tu blog a todas las personas que transitan la pérdida de un hijo. Te invito a visitar el mío.
ResponderEliminarUn cálido abrazo!
Hola Victoria, he entrado en los blogs que participas y ha sido un placer. ¿Puedes mandarme la dirección del tuyo?
ResponderEliminarUn abrazo fuerte,
Mercè
www.conlospiesdesnudos.blogspot.com
ResponderEliminarOtro abrazo!
Gracias Victoria. Me ha encantado tu blog. Lo he puesto en mi lista de favoritos y lo seguiré con interés. ¿Se publican tus libros en España, puedes darme el nombre de la editorial y tu mail?
ResponderEliminarUn abrazo,
Mercè
Gracias Mercé. Mi mail es serenvickity@hotmail.com
ResponderEliminarNos mantenemos cerca. Un fuerte abrazo!