Nada nos deja con más paz que perdonar. Perdonar es como soltar un peso enorme y volver a respirar ligeros y aliviados. Perdonar es magnífico: modifica la química de nuestro organismo, diluyendo la adrenalina que provoca la rabia y el resentimiento, eleva los niveles de seretonina, la hormona de la alegría y la felicidad, niveles que suelen decaer cuando tenemos una deuda pendiente -con nosotros mismos o con los demás-, y cuando nos sentimos ofendidos y humillados. Sí, perdonar es fantástico, pero difícil. ¿Por qué cuesta tanto perdonar? El alma no tiene problemas con el perdón; sabe que los errores forman parte del aprendizaje, que todos somos iguales y que la maldad es simplemente ignorancia, que la vida es eterna y que tarde o temprano todos alcanzamos el conocimiento y el amor absoluto y que, precisamente, lo que consideramos errores o agravios, son grandes oportunidades para avanzar, para conseguir más luz. El alma sabe que el plan es perfecto, que todo tiene un sentido, que las coincidencias no existen, que nada pasa por qué sí. El alma sabe todo eso y mucho más. ¡Es imposible ofender al alma! Al que le cuesta soltar es al ego. El ego está compuesto de juicios y prejuicios, de verdades, de razón… Nos ayuda a ser lo que somos, es una buena armadura, nos ha protegido en innumerables batallas pero, sobre todo a partir de la segunda mitad de la vida, hay que atarle en corto y quitarle el control. Porque si el ego manda, nos sobrarán razones y verdades y nos faltará paz y armonía.
Para estar en paz con el mundo y con uno mismo hay que estar dispuestos a cuidar con cariño a la niña o niño heridos que todos llevamos dentro.
Nuestro bienestar depende de nosotros mismos, no está en manos de nadie ni de nada. El poder, el don de elegir perdonar o perdonarnos, es nuestro.
Que bellas palabras, realmente.
ResponderEliminarRecuerdo una vez que leí una reflexión sobre el duelo, decía que debíamos perdonarnos a nosotras mismas por lo ingenuas que fuimos, por lo inocentes, por haber confiado en un médico, partero, lo que sea. No echarnos más culpa y perdonar, sin juzgar a la mujer que fuimos en ese momento.
Tal como dijiste, está en nosotras el perdonar o perdonarnos...Cariños!
Hola Ceci, bonita,
ResponderEliminarGastamos un montón de tiempo y de energía juzgando y juzgándonos, armados hasta la bandera con la razón. Forma parte del camino, a medida que vamos tomando conciencia, seguimos juzgando igual, pero nos damos cuenta. Cuanto más nos conocemos, más fácil es darnos cuenta quién está al mando, si nuestra personalidad (el ego) o el alma. Antes cualquier situación siempre estamos a tiempo de cambiar el rumbo y hacer las paces.
¡Me encanta tu blog, Ceci!
Besos,
Mercè
HOLA MERÇE:
ResponderEliminarLEÍ TU LIBRO Y ESCRIBÍ UNA CARTA DONDE EXPRESÉ MIS IMPRESIONES,SE LA DÍ A lLUIS ,PARA QUE TE LA ENTREGARA ,PUES ES UN POCO LARGA Y EN CATALAN Y NO SÉ SI EN ESTE RECUADRO CABRIA,ME EXTRAÑA QUE NO ME HAYAS HECHO NINGÚN COMENTARIO AL RESPECTO, ASÍ PUES,ESPERO CON ILUSION UNA RESPUESTA.
MARINA VERNET
Hola Marina,
ResponderEliminarEm va fer moltíssima il.lusió la teva carta i tinc la intenció de contestar-te via mail. A finals de mes començo les vacances i una tarda a Menorca, sota la morera, m'agradarà fer-ho amb calma.
Gràcies i una abraçada molt forta,
Mercè
Hola Mercé. He llegado a tu blog desde el blog de Ceci. Lo he ido leyendo desde el principio y me siento tan identificada con tantas y tantas cosas que cuentas y que a veces es tan dificil de explicar a los demás o que entiendan. En mi caso aún se hace todavía más dificil porque mi hija murío, o mejor dicho dejaron que muriera, el día del parto, por lo que aún se nos hace más dificil aceptar su muerte. Sin embargo estamos llevando a la práctica muchas de las cosas que dices, como por ejemplo dar gracias por poder ver muchas de las cosas que antes nos pasaban desapercibidas. Intento hacer las paces con muchas cosas, intento perdonar algunas, otras no puedo, pero al menos se que las que no puedo perdonar, yo no tengo la culpa y por tanto no me siento culpable. Con algunas personas tampoco juzgo, allá cada cual. Mi dolor, nuestro dolor nos ha enseñado a quien le importas y por quien merece la pena sonreir.
ResponderEliminarYo tambien estoy escribiendo un blog que empecé a escribir para que quien quisiera supiera lo que había significado nuestra hija y cuanto amor nos dió. Es un homenaje a ella, pero también me ha servido para poder ayudarme a expresar y liberar sentimientos. Por si quieres saber algo más de mí, mi dirección de blog es:
http://blogs.hoymujer.com/invitroelmilagrodelavida/posts
Te mando un beso muy fuerte y todo mi cariño.
Hola María del Mar,
ResponderEliminarVisitaré tu blog. Un hijo siempre es un hijo, viva aquí el tiempo que viva.
Un abrazo grande y cariñoso,
Mercè