Dice la psicoterapeuta Victoria Branca, en su libro “Tal vez mañana”, que cada herida del alma tiene una historia que contarnos. Pueden ser historias de encuentros y desencuentros, de adioses repentinos, de abandonos, de ausencias muy sentidas, de añoranzas… Otra cosa es que nosotros queramos escucharlas. Normalmente luchamos contra viento y marea para mantenerlas alejadas, para eludir los duelos que estas historias, recientes y antiguas, reclaman. Pero la necesidad del alma es más grande que nuestra voluntad de hacer como si nada y el Universo, con la cadencia de las olas, nos inunda de recuerdos, una y otra vez, hasta que estallamos en un mar de lágrimas.
El alma no se cura hasta que no revivimos uno a uno los dolores postergados desde la niñez, incluso desde antes de nacer. No es posible esconder esas historias debajo de la alfombra. No sirve. Cada golpe de tristeza o de nostalgia nos habla de una pérdida. Y cada pérdida pide a gritos afianzar nuestro amor, nuestra confianza. Es así como se curan las heridas del alma. Es así como renacemos. En eso andamos todos, aunque no nos demos cuenta. Gracias Victoria por recordárnoslo.
Gracias a vos Mercé por tenerme presente.
ResponderEliminarUn gran abrazo!