lunes, 31 de octubre de 2011

EN NUESTRO CORAZÓN MANDAMOS NOSOTROS

En mi país adelantaron ayer una hora el reloj. Estamos en otoño y, simbólicamente, el cambio horario es como el pistoletazo de salida de la hibernación, del recogimiento. Los días a partir de ahora son más cortos, la luz más rosada, menos contrastada, quizá más nostálgica. En este hemisferio la naturaleza ha empezado a extender un manto de letargo y, con suavidad, nos empuja a mirar en nuestro interior, a entrar en nosotros mismos. Es un buen momento para sentarnos sin prisas y reescribir nuestra vida. Cada día tenemos la oportunidad de crear nuestro futuro. Tal vez hasta hora el argumento es triste y desgarrado. Pues bien, vamos a introducir escenas alegres en nuestro día a día. Entre una nube de dolor y otra, aunque el rayo de sol dure un instante, hay tiempo suficiente para los abrazos, para dejarnos mimar y acariciar a los que queremos, para mirar con dulzura a nuestros hijos, tener un pensamiento cariñoso para las personas que amamos, preparar a los nuestros su comida favorita, disfrutar de una cena con velitas… Con la profunda convicción de que crear amor, belleza y armonía, en vez de empañar, amplifica el amor que sentimos por los que se han ido. Ellos viven en nosotros porque todos somos Uno y hacer de nuestra vida un lugar agradable, crear escenas bonitas que reconforten su alma es nuestro mejor regalo.

El tiempo acompaña y el teatro de la vida esta lleno, no importa que estemos tristes, tenemos la fuerza suficiente para representar una obra amorosa. Al principio del duelo, como ocurre en los primeros ensayos, nos sentiremos inseguros, torpes, angustiados… No hay que dejarse llevar por el desaliento aunque desfallezcamos. Con perseverancia, la obra irá cogiendo cuerpo y al final habrá valido la pena el esfuerzo. Cada alma que trasciende su dolor enciende una vela de amor que ilumina el camino que tarde o temprano, por un motivo u otro, tenemos que recorrer todos.

Tenemos el poder de reescribir nuestra vida, no demos la culpa a los demás de lo que sentimos, en nuestro corazón mandamos nosotros, aunque nos de miedo admitirlo.

sábado, 15 de octubre de 2011

Presentación del Taller sobre la Muerte que imparto el sábado 22 de octubre

Todas las personas, en un momento u otro de nuestra vida, tenemos que afrontar el impacto que nos produce la muerte de alguien cercano.

Puesto qué nuestra sociedad tiende a eludir el tema, lo más habitual es que, cuando esto ocurre, nos encontremos terriblemente solos ante nuestro dolor.

Quizá las muertes que vamos viviendo a lo largo de nuestra vida signifiquen los cambios más importantes por los que vamos a pasar, pero hablar de ello se considera de mal gusto, morboso o simplemente nos resulta demasiado dificultoso.

Está socialmente aceptado hablar de la ruptura de nuestro matrimonio, de lo mal que nos lo pasamos con nuestra ex-pareja, pero no es tan fácil poder explicar lo que sentimos cuando muere un padre, un amigo del alma o un hijo. Todo lo relacionado con la muerte todavía es tabú. Pues bien, una de las intenciones de este curso es romper ese tabú.

En el taller vamos a hablar de cómo afrontar nuestra propia muerte, de cúal es el camino para morir en paz. De como podemos ayudar a los seres queridos en estado terminal, de qué es lo que nos vamos a encontrar durante el duelo y qué debemos hacer para transmutar el dolor y el miedo en bienestar y amor. Porque toda muerte y todo duelo encierra un potencial enorme de crecimiento personal.

Cada ser es único y, por tanto, cada duelo es también único e intransferible, pero no es lo mismo atravesarlo sabiendo cuáles son las trampas y peligros potenciales que nos podemos encontrar y cómo se pueden encarar, que ir a ciegas, dando tumbos hasta la desesperación.

Cuanto más conocimiento tengamos sobre nosotros mismos y sobre el arte de vivir, más fácil será morir y cuanto más sepamos sobre la muerte, más entusiasmo pondremos en la vida. Porque la vida y la muerte son lo mismo. Al morir nacemos a otra realidad, lo que llamamos muerte es un eslabón más de nuestra evolución. La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Aquí dejamos el cuerpo, pero el camino del alma es eterno.

En la sociedad de la razón y de la tecnología en la que vivimos, quién se arriesgaría a ir a un país del que, en principio, lo desconoce todo sin ni siquiera una guía, un mapa, un pequeño diccionario.... no sé, con algo que le permita orientarse y no ir tan perdido, pues bien, el curso que iniciamos en octubre en el Centre Itaca pretende ser un manual básico y práctico para ese viaje que todos tenemos que emprender.

Cómo Afrontar la Muerte y el Duelo

Sábado 22 de octubre

Horario: de 10h a 14h y de 16h a 19h

Precio: 70 euros

CENTRE ITACA

C/Pau Claris, 151 3er.1a.esquerra

Tel. 607.55.44.96 / 652.27.13.70/ 650.98.38.80

miércoles, 12 de octubre de 2011

LOS HOMBRES

Tanto los hombres como las mujeres somos de muy diversas maneras y no es posible, por cuestiones de género, ponernos a todos sin más en el mismo saco. Hay infinidad de matices, pero en general la energía masculina, la que define a los hombres está orientada a la acción. A ellos les cuesta menos poner límites, decidir, concretar y materializar sus sueños. El coraje va unido a su forma de ser. No es que nosotras no podamos tener estas cualidades -todos contamos con energía masculina y femenina y en algunos periodos de nuestra vida predomina más una que otra-, pero la que prevalece en nosotras es distinta, tiende a buscar la unidad con los otros seres, tiene que ver con la intuición, la comprensión, la capacidad de amar, de gestar hijos o ideas… La fuerza de las dos energías es inmensa y cuando se encuentra en equilibrio mueve montañas.

En esta época convulsa que nos está pidiendo a gritos que unamos fuerzas y aprovechemos la oportunidad de reinventar la vida, quiero hablar de la admiración que siento por los hombres y, de forma especial, por los que se encuentran ahora confusos o perdidos.
Cuando un hombre lleva mucho tiempo paralizado, demasiado y deja de proteger a los suyos, lo que le ocurre es que está gravemente herido y desconectado de su esencia. El nudo que lo mantiene atado –aunque él no se de cuenta- es posible que sea heredado y guarde relación con todo el dolor y el desconcierto que no pudo transformar en amor su padre, seguramente porque éste ya heredó un nudo de su abuelo y así, mirando atrás, hasta llegar al primer hombre de la familia que se perdió en el desasosiego y no pudo hacer más de lo que hizo.
Quizá este hombre gravemente herido arrastre, desde hace muchas generaciones, el peso de la soledad que provocan las miradas vacías de cariño y aprobación. Todos necesitamos que se nos valore, pero para los hombres la admiración y la valoración es más que una necesidad, es el motor que los impulsa, que los une a su esencia, que los mueve a dar seguridad a sus seres queridos y crear para la sociedad grandes cosas.

Ahora, que todo está tan revuelto, las mujeres podemos hacer lo que mejor sabemos: demostrar a los hombres que no están solos y nutrirlos con amor. Porque en nosotras crece la vida y el don de sostener siempre con miradas de cariño a nuestros hijos. Estos hijos que se harán hombres y buscarán las miradas de aprobación en las mujeres que amen a lo largo de su vida.

El mejor bálsamo para curar las heridas de un hombre es creer en él. Las palabras pueden ser huecas pero las miradas hablan por sí solas y no mienten.

Cada niño que percibe que sus padres le valoran, que respetan su energía y le quieren tal como es, se convierte en una bendición para nuestras hijas. Cada hombre que intuye en la mirada amorosa de su compañera aprobación, es una bendición para todas las mujeres. Cada alma que puede expresar con amor su esencia y se siente comprendida es una bendición para todos.

Solo uniendo nuestras fuerzas con cariño, respeto y admiración podremos sostener la incertidumbre de la vida.